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Críticas

Críticas sobre los libros de Arturo Pérez-Reverte y su trayectoria literaria.

Reverte eterno

Juan Gómez-Jurado / El Correo - 15/10/2020

Y ahora publica Línea de fuego, un libro asombroso, durísimo y brillante. Una obra maestra.

Hay un pasaje al principio de Línea de fuego, la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, que me ha sobrecogído. Arranca la primera escaramuza de la Batalla del Ebro, y ambos bandos se sueltan los primeros tiros. Es de madrugada, y estamos a las afueras de Castellets. Los subrlevados reculan, los republicanos avanzan. De pronto la lucha alcanza el cementerio, y allí se queda. Unos y otros ansían esa posición vital. Los fusilazos arrecian, y entonces unos y otros rompen las lápidas. Sacan los féretros, arrojan los cadáveres sobre la tierra. entre el mal olor y la putrefacción reinantes, los combatientes de ambos bandos usan las tumbas como trincheras y los muertos como parapetos. Este es un detallle más de una obra repleta de ellos. Gigantesca en extensión y en intenciones. Seiscientas páginas que quieren narrar, desde la perspectiva revertiana, la batalla más trascendental de la historia de este país nuestro. Es la primera vez que Pérez-Reverte se mete en le fregado guerracivilista. Lo hace después de treinta años de carrera evitándolo de forma muy consciente, al menos eso parece de fuera. Treinta años evitándolo él, treinta años machacando muchos otros. Según rachas, este que les escribe pensaba al ver otra portada, otro cartel de película sobre el tema, "otra más, caray, quépuñetero aburrimiento". Otra historia de buenos y malos, o de todos malos.

Y llega ahora Pérez-Reverte y publica este libro asombroso, durísimo, brillante. Este libro arriesgado, que habla más de nosotros que de ellos. De hombres y mujeres valientes o cobardes, llevados por las circunstancias, atenazados por el miedo, pero, sobre todo, españoles. Con lo que ello conlleva. Con nuestra idiotez y nuestra generosidad en lo grande y nuestra mezuindad en lo pequeño. Con nuestra capacidad de usar las tumbas como trinchera, en los cementerios de Castellets o en las tribunas del Congreso. Con nuestro quijotismo, nuestra ignorancia, nuestra cerviz siempre aherrojada por el yugo de los miserables y los malvados. Con todo lo que somos, bueno y malo, y todo junto a la vez, como en ningún otro lugar de este mundo traidor, donde nada es verdad ni mentira, sino una cuestión de a qué lado de la raya te ha tocado estar, lo sepas tú o no. Todo, todo ello está ahí, todo en esas máginas escritas con un pulso y una habilidad endiabladas. Un libro para leer, para meditar y al que volver.

"Linea de fuego" es una obra maestra, una catedral literaria y la mejor novela de Arturo Pérez-Reverte. No añado el consabido hasta la fecha, porque ni siquiera él va a ser capaz de superar esto, y total tampoco le queda mucho, que ya va viejo. Y ya le vale, hombre ya.