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Textos sobre el escritor y su obra. Revertianos.
PEDRO OLEA | El Mundo - 21/2/2001
Como el marqués de Ayala, personaje de Pérez-Reverte que interpretó
Joaquim de Almeida en la película, tengo un cajón secreto donde guardo
unas cuantas novelas que me gustaría llevar al cine.
Desde que leí El maestro de esgrima,
cuando su autor no era el fabricante de best-sellers que es hoy, pasó a
ser inmediatamente la gran favorita del cajón. Tenía entre sus páginas
el cóctel perfecto para construir una buena película: pasión y misterio
a partes iguales, enmarcados en un fondo histórico de violenta crisis
política, el eterno enfrentamiento entre monarquía y república. Es,
nada menos, un "thriller de época" lleno de romanticismo, con un
soberbio protagonista y una fascinante antagonista, la hermosa y
enigmática Adela de Otero.
Llegado el momento oportuno,
saqué el libro del cajón, se lo dejé a mi amigo Antonio Cardenal y
decidimos unirnos para producir la película. Desde entonces, Cardenal
ha sido el brazo cinematográfico de Pérez-Reverte hasta convencer a la
gran industria americana con La novena puerta (El club Dumas).
Éramos conscientes de las dificultades que entrañaba la película. Poco
a poco, cada problema tuvo su solución correspondiente. No sólo Omero
Antonutti y Assumpta Serna resultaron los Astarloa y De Otero ideales.
Almeida, López Vázquez (el comisario Campillo), Rellán (el libertario
Cárceles), Closas (el banquero Salanova, su último trabajo en cine)...
cumplieron con toda brillantez sus nada fáciles cometidos.
Los preparativos comenzaron intensamente, como suele ser:
localizaciones, decorados, vestuario... Recuerdo cuando presenté a
Miguel Rellán con la indumentaria de su personaje confeccionada por
Javier Artiñano a un Pérez-Reverte, absolutamente encantado, que acabó
colaborando, y muy bien por cierto, en la redacción del guión.
Guionista
Todo comenzó cuando trabajábamos en el escenario de la casa de Adela.
Me fijé en un mueble del decorado (un sillón "tú y yo") que permitía
enfrentarse sentados a maestro y discípula y mantener una conversación
sin recurrir al típico recurso del plano/contraplano. Pedí a
Pérez-Reverte que escribiera un diálogo en el cual Adela preguntase a
Astarloa por su pasado. Arturo me trajo la escena en el tiempo
solicitado y muy bien dialogada cinematográficamente. Esa escena se ha
convertido en una de mis favoritas de la película.
Descubierto el Pérez-Reverte guionista, volví a recurrir a él en
diversas ocasiones. La más importante, al rodar un largo y esclarecedor
diálogo final. En la versión que manejábamos, la conversación tenía
demasiada extensión. De nuevo, llamada a Arturo: "Necesito que dejes
estas 10 páginas en dos o tres". Y lo hizo con la misma exactitud.
Por eso, cuando recibimos el "Goya al mejor guión adaptado" quise que,
en ausencia de Larreta y en nombre de todos, fuera él quien pronunciara
las palabras de agradecimiento. (Era cuando sólo hablaba uno de los
premiados y nadie se lo dedicaba a su familia).
La película, además de obtener tres goyas, fue nominada por la Academia
para representarnos en los Oscar de 1993 y consiguió distribución en
casi todo el mundo, además de excelentes críticas y diversos premios
internacionales.
Desde entonces, mantengo una buena amistad con Arturo Pérez-Reverte.
Creo que se trata de un auténtico escritor de raza, creador de
personajes e historias apasionantes y con un estilo literario tan
directo como cultivado. Ojalá podamos disfrutar pronto de la
superproducción que se prepara basada en El capitán Alatriste.
Mientras tanto, espero que consiga sacar tiempo para cumplir su promesa
(ay, sin fecha de caducidad) de escribirme ese estupendo "suspense de
época" del que tanto hablamos.
Pedro Olea dirigió la adaptación al cine de "El maestro de esgrima"