Prensa > Textos sobre Pérez-Reverte
Textos sobre el escritor y su obra. Revertianos.
JOSÉ PERONA | El País - 24/1/2003
Junto a su primera novela, El húsar (1986), Arturo Pérez-Reverte ha recorrido los ambientes napoleónicos en La sombra del águila (1993), y la memoria emocionada del Emperador late en el nombre del protagonista de El club Dumas (1992), Lucas Corso (de Córcega, la tierra de nacimiento de Napoleón).
En las dos primeras novelas citadas existe ya, y se hace explícito en
la tercera, la larga sombra de Dumas: entrar a saco en la historia para
novelarla.
Los ambientes madrileños, galdosianos y valleinclanescos se oyen, se ven y se leen en el fondo de El maestro de esgrima (1988), donde se configura ya una biblioteca originaria y una forma de
ser de los protagonistas de todas sus novelas: ser un clásico, tener
una cierta estética, no ser de los que huyen, poco sentido práctico,
batirse como es debido, mirarse francamente a la cara todas las
mañanas. Así se dibujan los personajes como Jaime Astarloa en El maestro de esgrima; Lucas Corso, en El club Dumas (1992); el jugador de ajedrez, Muñoz, que no tiene nombre y detesta ganar, en La tabla de Flandes (1990); el sacerdote cazador de cabelleras que es embrujado en la Sevilla de La piel del tambor (1995); el marino sin barco en La carta esférica (2000), y, por fin, Teresa Mendoza, la sinaloense de La Reina del Sur (2002), que enlaza, salvando las distancias de época, con el ambiente mexicano del Tirano Banderas, de Valle-Inclán.
Una obra novelística que, si exceptuamos la crónica de la guerra de la ex Yugoslavia, Territorio comanche (1994), se centra en la historia de España de los siglos XIX y XX, y se
enmarca alrededor de dos ciudades: Madrid y Sevilla, sin olvidar las
salidas esporádicas a Toledo, París y Sintra, que dibujan así las
geografías de los saberes cabalísticos, templarios y demoniacos.
Y, cómo no, Flandes, ese territorio histórico de nuestro señor don
Felipe II y, sobre todo, Felipe IV, cuyo reinado se describe
minuciosamente en la serie Las aventuras del capitán Alatriste. Las dos primeras entregas, El Capitán Alatriste (1996) y Limpieza de sangre (1997), se desarrollan en el Madrid de los Austrias; la tercera, El sol de Breda (1998), en los Países Bajos, y la última, El oro del rey (2000), de nuevo en Sevilla.
Sin olvidar las colecciones de artículos, Patente de corso (1998) y Con ánimo de ofender (2001), y resaltando el conjunto de sus importantísimas narraciones menores agrupadas en Obra breve (1995), parece una justicia poética que el novelista que ha conseguido
que centenares de miles de alumnos y lectores de España y América se
apasionen por la España de Felipe IV acabe ocupando un sillón en la
Real Academia Española, cuyo edificio está sito en la calle del Rey
Nuestro Señor del mismo nombre.
José Perona es catedrático de Lengua Española en la Universidad de Murcia