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Textos sobre el escritor y su obra. Revertianos.
JUAN CRUZ | El País - 24/1/2003
Este
otoño, cuando Arturo Pérez-Reverte cumplió 51 años, su editora Amaya
Elezcano llevó a su casa un regalo muy especial: la música que hay
detrás de su último libro, La Reina del Sur.
Para hacer La Reina del Sur,
el escritor de Cartagena no sólo viajó a Sinaloa, sino que hizo una
larga excursión por la lengua de un continente que es el español y que
en uno de sus trayectos tiene como filón principal lo que da de sí el
genio del Siglo de Oro. Cuando Pérez-Reverte concibió su serie más
emblemática, la del capitán Alatriste, tuvo en cuenta una obsesión que
viene de su padre, de una biblioteca que siempre estuvo en su memoria.
Anoche, en medio de las celebraciones que ella le dispuso, la editora
de Arturo le ayudó al nuevo académico a entrar otra vez en esa
biblioteca, de la cual proviene la música que a él le ha hecho: cinco
mil libros en los que se sumergió su abuelo y en los que luego su padre
estuvo buceando hasta que él mismo se hizo allí lector.
Entre esos libros que Pérez-Reverte transitó estaban los de Quevedo y
los de Cervantes, y también los de Dumas. Accidentalmente, dice, es un
escritor de ficciones, porque quiere prolongar con lo que supo lo que
los demás le permitieron imaginar. Es un lector, simplemente; la música
de la escritura es la que le hizo un narrador. El capitán Alatriste
nació de esas lecturas; de la convicción de que nadie sabe nada si no
lee antes, y de que es imposible ingresar en la historia de la lectura
si uno no ha leído lo que otros han hecho en el remoto pasado en el que
los libros no eran de papel, sino de sueños.
Es un lector clásico. En esa jornada en la que la música de La Reina del Sur le despertó en su cumpleaños, los que tuvieron ocasión de ver su casa
pudieron observar los libros que en ella han encontrado sitio; y ahí
están, en efecto, a veces en ediciones principales, Cervantes, Quevedo
y hasta Pérez Galdós, observando una vocación literaria que alcanzó en
el periodismo su ámbito de leyenda. Arturo Pérez-Reverte se hizo a sí
mismo un escritor transitando entre esos libros y tratando de decir
adiós a la ficción que era la realidad. Fue un periodista, y aún lo
sigue siendo, pues en La Reina del Sur se halla ese estímulo;
pero un día dijo adiós a todo aquello y se sumergió en la aventura. En
ella vive. Pero nunca antes de esa novela, La Reina del Sur,
hubo en su obra tanta música. Acaso porque en esa novela es donde él se
propone hacer leer al que no sabe, obligar a la aventura al que dijo
que no quiere vivir más, que mejor se halla en la cárcel. No es una
metáfora tan sólo, es una apuesta, un libro que define su pasión por
narrar, pero no por ser narrador: porque le cuenten. Él ha vivido
gracias a que le han contado. La música viene en ese viaje que él mismo
propone. En Alatriste el escritor trató de detener el tiempo, de
decirnos que el Siglo de Oro sigue hablando. Para escribir su última
novela ha tenido que escuchar el sonido de aquella biblioteca. Con él
llega a la Academia el sonido de un lector.