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Noticias sobre Arturo Pérez-Reverte y su obra. Entrevistas.
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS | ELPAÍS.com - 17/3/2010
Lecciones de historia de Pérez-Reverte en la presentación em Madrid de El asedio.
La expresión abrir el fuego es algo más que una
metáfora tratándose de El asedio (Alfaguara), la novela en la que
Arturo Pérez-Reverte narra el sitio del ejército napoleónico a Cádiz en
1811. Pues bien, ayer en el teatro Español el que abrió el fuego fue el
actor Ginés García Millán, que leyó unos fragmentos de la obra ante
cerca de 800 personas. "Disponga maniobra. Nos vamos", concluyó el actor
un segundo antes de que aparecieran el novelista y Juan Ramón Lucas. El
periodista comenzó desvelando la propuesta que Pérez-Reverte lanzó hace
unos meses de trasladar por un día el pleno de la Real Academia a la
casa de Miguel Delibes como homenaje a un compañero que hacía tiempo no
les rendía visita. La muerte el pasado viernes del autor de El camino dejó el viaje en pura intención.
Hecho el homenaje, la velada fue un duelo entre
caballeros. Pero duelo. Entregado a una novela en la que la sangre que
vierte un asesino en serie se mezcla con la que provoca el cerco
francés, Lucas no dejó de contradecir a su interlocutor: "¿Cómo puedes
decir que no es un libro de historia? De historia, física, moda,
náutica...". "Yo soy un novelista", cortó Pérez-Reverte. Lucas seguía:
"...de botánica, taxidermia... ¡Son 725 páginas!". Y Reverte, irónico:
"Había que llenarlas con algo".
La seriedad sin corbata condujo,
no obstante, la charla, que fue un poco una lección de historia y otro
poco una lección de literatura. Pérez-Reverte insistió en presentar el
Cádiz de aquellos años como una oportunidad perdida: "Tenía la apertura
mental de Manchester o Hamburgo. El peso lo tenían los comerciantes, no
el clero ni la aristocracia. El mar era un camino, no una frontera". Y a
la desazón que le produjo pasear por unas calles que simbolizan lo que
pudo ser atribuye el escritor el "tono crepuscular" de la novela.
"España se equivocó de Dios en Trento. Apostó por uno intransigente.
Algunos arzobispos actuales tienen la cara de ese Dios", añadió antes de
deslizarse por el tobogán de la incorrección política marca de la casa:
"Una guillotina en la Puerta del Sol en el momento adecuado nos hubiese
hecho a todos iguales, eliminando particularismos regionales. La
educación moderna empieza por tener unas cabezas de reyes en el cesto".
La
lección literaria no fue menos contundente. "Una novela es como una
emboscada al lector", dijo el autor de El asedio. Y también: "Lo
importante es que el estilo sea eficaz. Una novela con tantos personajes
es muy compleja de escribir, pero el lector no tiene por qué pagar la
factura". La contundencia, no obstante, se tiñó de melancolía: "Un
escritor es alguien que siempre lleva encima varias novelas por contar, y
a mi edad sé que hay algunas que ya no contaré. Varias de las que tenía
pendientes están en El asedio. Por ejemplo, una romántica en la
que una especie de Jane Austen se enamora de Cayetano Rivera". Pero
habrá más, aseguró.