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Noticias sobre Arturo Pérez-Reverte y su obra. Entrevistas.
ROCÍO GARCÍA | El País Semanal - 06/8/2006
Más de 10.000 trajes y extras, 97 localizaciones, 24
millones de presupuesto. Y Viggo Mortensen. El personaje de
Pérez-Reverte tomará los cines en septiembre. Es ‘Alatriste', una de las
películas españolas del año. Un fresco del Siglo de Oro pintado con
pasión por el director Agustín Díaz Yanes.
Me ha gustado mucho el guión, y si de verdad quieres que haga yo este
personaje, y resulta que se puede, sería un honor para mí, me gustaría".
Así de sencilla y contundente fue la respuesta que le dio el actor
neoyorquino Viggo Mortensen al director Agustín Díaz Yanes cuando éste
le propuso encarnar a Alatriste, el perverso soldado del convulso siglo
XVII español, creado por Arturo Pérez-Reverte. Se conocieron en la
habitación de un hotel de lujo en Berlín, en diciembre de 2003. Viggo
Mortensen estaba allí promocionando la tercera parte de El señor de los
anillos. Díaz Yanes viajó acompañado del escritor y cineasta Ray Loriga,
amigo de ambos y el que está en el inicio de este encuentro mágico y
provechoso para la gran aventura de Alatriste, el filme que se estrena
el próximo 1 de septiembre. "La primera vez que le vi salía descalzo de
una habitación en la que había puesto una toalla en la puerta para que
no se cerrara. Entramos y vi la habitación hecha un desastre. Viggo
abrió una botella de vino, empezamos a hablar, nos llevó al estreno de
El señor de los anillos, salimos a cenar y volvimos de nuevo a la
habitación. Así hasta las seis de la mañana. Nos trató como Dios, nos
reimos como Dios, y a partir de ahí fueron todo facilidades", recuerda
ahora el realizador Agustín Díaz Yanes en otra habitación de hotel,
también de lujo, pero esta vez en Madrid.
El viaje partía ya con posibilidades. Parte del camino estaba allanado.
El realizador de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y Sin
noticias de Dios llegó a Berlín sabiendo que Mortensen había leído el
guión (enviado por Loriga), le había gustado y lo quería hacer, pero
conociendo también las grandes presiones que iba a tener una estrella
del cine mundial para aceptar un papel en una película española. "Un
señor que acaba de terminar El señor de los anillos, que es
probablemente la cara más conocida a nivel internacional, ¿se va a venir
a España a trabajar con un director español sobre un espadachín del
Siglo de Oro español...? Sus agentes, sus amigos le quitarían esa idea
suicida de la cabeza. Regresé a Madrid con la confianza de que la iba a
hacer, pero con el reparo de que nada más llegar a Estados Unidos le
dijeran que estaba loco. A los dos meses me llamó y me dijo que sí. Sé
que tuvo presiones para que no la aceptara; no lo querrá contar, pero
así es", añade Díaz Yanes.
Mortensen sí lo cuenta, pero sin dar muchas pistas ni ahondar demasiado.
Descalzo, tomando mate, fumando en el balconcillo del hotel cigarrillos
que él mismo se lía y con un castellano suave y ronco, el actor
neoyorquino, que vivió nueve años de niño en Argentina, aclara: "Alguna
gente se extrañó en España que viniera a hacer este cuento. En Estados
Unidos, algunos me preguntaron que cómo iba a hacer esto. Yo les
contesté que el guión era buenísimo, que era lo mejor que había leído;
que no sólo me gustaba el cuento de Alatriste, sino también la época. Es
un proyecto valioso, un personaje interesante, un periodo histórico muy
desconocido fuera del mundo académico. Me interesaron mucho los
paralelismos que tiene con el presente del imperio mundial de Estados
Unidos. La decadencia actual del imperio americano es muy parecida a la
que se vivió en el imperio español en el siglo XVII. La deuda
internacional que tenemos, el desgaste de vidas y recursos; tenemos
tropas, y fortalezas, y gastos militares imposibles, estamos en tierras
extrañas pobladas por gentes extrañas, donde nos temen y nos odian y
jamás nos darán tregua, igual que dice Alatriste en la película en
respuesta al conde-duque de Olivares. Fácilmente, si este cuento fuera
contemporáneo, Alatriste sería un sargento norteamericano veterano que
estuvo en Irak en 1991, que también estuvo en Panamá y en la guerra
sucia de Centroamérica, y que, aunque sabe que es un poco inútil invadir
la ciudad iraquí de Faluya, lo hace. No hay un propósito fijo, sino
pérdida de vidas, y de oro, y de reputación".
La película, con guión del propio Agustín Díaz Yanes (Madrid, 1950)
construido a partir de las cinco novelas de Arturo Pérez-Reverte,
muestra a un Alatriste de bellos ojos azules que esconde un corazón
oscuro, un perverso soldado y asesino a sueldo del Siglo de Oro español,
un hombre de mirada desafiante y tierna a la vez. "La imagen rigurosa
de un héroe cansado", como le ha descrito Pérez-Reverte. El filme se
adentra en la historia de este valeroso soldado que, después de combatir
en la España imperial del siglo XVII en una guerra en las frías tierras
de Flandes, regresa a Madrid y se encuentra con un imperio moribundo.
La misma España en la que Quevedo y Góngora escriben sus versos,
Velázquez pinta sus cuadros y Lope de Vega estrena sus comedias, se
desmorona ante la impasibilidad del rey Felipe IV, en una corte dominada
por las intrigas y la corrupción, manejada a su antojo por el
conde-duque de Olivares apoyado por la Santa Inquisición.
La gloria y la decadencia. La grandiosidad y la intimidad. Alatriste es
una bella película llena de contrastes. Junto a las grandes batallas,
miles de extras, escenas de espadas, desembarcos en el mar..., está la
intimidad del amor, de la amistad, de las cosas más pequeñas, del
sufrimiento de los más míseros. Alatriste, con una producción digna de
los más grandes estudios de Hollywood, no se detiene sólo en la
aventura, indaga también en la pobreza de la gente del XVII en España;
entra en la vida de un soldado y, a través suyo, cuenta la gloria y la
decadencia de España, la del poder, pero también la del pueblo.
Producida por Antonio Cardenal (Origen) junto a Tele 5 y Universal
Estudios, Alatriste es una de las mayores producciones cinematográficas
españolas hasta la fecha -un presupuesto de 24 millones de euros de
capital únicamente español-, en la que han trabajado 50 actores y más de
10.000 extras. Manadas de caballos, galeones en el mar, descargas de
artillería, explosiones... Alatriste tiene un reparto espectacular, en el
que se encuentra lo mejor de la cinematografía española. Excepto
Mortensen y el italiano Enrico Lo Verso, que hace el papel de Gualterio
Malatesta, todos los actores son españoles. Eduard Fernández (en el
papel de Copons, el fiel amigo de Alatriste), Ariadna Gil (la bellísima
María de Castro, el gran amor de Alatriste), Javier Cámara (conde-duque
de Olivares), Eduardo Noriega (duque de Guadalmedina), Unax Ugalde
(Íñigo Balboa), Elena Anaya (Angélica de Alquézar), Blanca Portillo
(Bocanegra) o Juan Echanove (Francisco de Quevedo) son algunos rostros
de lujo que acompañan al valiente Alatriste.
Si algo tenía claro desde un principio Díaz Yanes era que la película
que le encargaron hace tres años debía rodarse en español y con una gran
estrella de cine. En otro caso no hubiera aceptado el proyecto. Tardó
un segundo en dar el sí al encargo. Por muchas cosas. Por su formación
de historiador, Díaz Yanes se encontró ante la oportunidad de su vida.
Cine e historia juntos, el director tenía, además, la posibilidad de
enfrentarse al siglo que más le gusta, el XVII, y realizar una película
histórica, por las que siente verdadera pasión. "Era una oportunidad que
sólo puedes rechazar si las condiciones de trabajo no son las
adecuadas, si no tienes el dinero suficiente o no consigues a los
actores que quieres. Si no, es imposible decir que no", explica el
realizador, que no niega el punto de inconsciencia que tiene hacer cine.
"Es como si de repente te dicen que vas a ser el número 9 de la
selección española para un mundial de fútbol o te anuncian que vas a
torear en la Feria de San Isidro de Madrid. No puedes decir que no.
Además, soy de la opinión de que en España parece que tenemos un mal
rollo con nuestra historia. Los franceses han hecho magníficas películas
históricas, también los ingleses. Espero que con Alatriste, al margen
de que guste o no a la gente, abra un camino en este déficit que tenemos
en España con filmes históricos".
Y esas dos circunstancias (el español y la gran estrella) se unían en un
casi único nombre: Viggo Mortensen, intérprete de títulos como Crimen
perfecto, Marea roja, Psicosis, Océanos de fuego o Una historia de
violencia, además de El señor de los anillos. "Viggo reunía las
condiciones perfectas. Siempre pensé que el personaje de Alatriste lo
tenía que hacer una gran estrella. El cine es así. Adoro a los actores,
pero no creo que se pueda hacer El padrino sin Marlon Brando o El
cazador sin Robert de Niro. Son estrellas porque llevan detrás suyo
proyectos gigantescos que sacan adelante. Sabía que necesitábamos un
gran actor, pero que al mismo tiempo fuera una estrella. De ahí no me
movía". Pero Viggo ha sido mucho más que una estrella que habla
perfectamente castellano. Todo el equipo, y más los actores que le han
acompañado en esta aventura, hablan maravillas. Ha sido el compañero
perfecto. Fue el que más leyó acerca de la historia del Siglo de Oro.
Envió libros y discos para que todos sus colegas de reparto saborearan
la época -"no era para seducir ni controlar lo que hacían otros, era
para compartir lo que había encontrado yo", advierte Mortensen-. Hacía
regalos a diario. Llegaba al rodaje con bolsas de caramelos, chicles y
demás para repartir entre el equipo. También flores, y mate, y alfajores
argentinos. Se encargó de diseñar camisetas. El ejemplo de lo que ha
sido la participación de Viggo Mortensen en este proyecto español lo
explica Unax Ugalde: "Cuando conoció mi gran afición infantil por los
caramelos sugus, me encontré un día en mi camerino la silueta con mi
nombre en el suelo realizada toda con sugus".
Otro dato que habla no del actor, sino de la persona, es el recibimiento
que Mortensen hizo un día a Cristina, una chica enferma cuyo deseo era
conocer al actor neoyorquino. Fue la ONG Fundación Pequeño Deseo la
encargada de que Cristina celebrara su 11º cumpleaños, el 31 de mayo de
2005, en Talamanca del Jarama (Madrid), junto a Mortensen. El actor se
la llevó a su roulotte, estuvo con ella durante cerca de dos horas, y la
llenó de regalos y sorpresas. La madre de Cristina asegura que su hija
nunca olvidará ese día.
Poetas, pintores, escritores. Quevedo, Lope de Vega, las pinturas de
Velázquez. El XVII es el gran siglo cultural español, la única vez en la
que España fue la gran potencia mundial. Es el siglo del barroco. Un
siglo de guerras y enfrentamientos. Un pueblo, el español, religioso y
loco, con muchos contrastes de pensamiento, con genios que hacían cosas
que no se hacían en ninguna parte del mundo, pero al mismo tiempo
aislado. "Es un siglo conmovedor", dice Agustín Díaz Yanes. "Desde el
punto de vista cinematográfico es fantástico; sólo tiene un defecto, que
creo que hemos solventado, y es que es muy feo. No es el XVIII francés
ni el XIX italiano. El XVII en España era oscuro y pobre", añade el
director.
A todos ellos, a Quevedo, a Velázquez y a muchos más, se ha acercado
Viggo Mortensen con devoción. Visitó el Museo del Prado una y otra vez.
"Me quería asegurar no solamente de cómo era la ropa; como llevaban el
pelo, los bigotes, las armas, las posturas. Son detalles que no vi sólo
en Velázquez, también en otros pintores", explica el actor. También, y
siguiendo su costumbre de prepararse a fondo los personajes que
interpreta, Mortensen quiso saberlo todo del soldado Alatriste. "Después
de leer el guión, siempre quiero saber lo que no está escrito, y
empiezo con el lugar donde nació el personaje, dónde y cómo se crió,
cómo era su familia, cómo era geográficamente la zona de su infancia,
cómo era su vida". Y todo esto le llevó a Castilla, la zona donde Arturo
Pérez-Reverte sitúa a Alatriste. "Le llamé y le dije que me iba a
pasear por esa zona. Viajé por Valladolid y Salamanca, donde dicen que
se habla el castellano más parecido al del Siglo de Oro. Llegué a León,
alquilé un coche y empecé a moverme. En la montaña, en unos pueblos
pegados a la frontera con Asturias, encontré algo. No sé el qué. Entré
en un bar y parecía un saloon de un western. Cuando entré, toda la gente
se calló porque yo era un extraño. Aunque yo me parecía a ellos -la
mitad del pueblo eran rubios y de ojos claros-, nadie me dirigió la
palabra. Me tomé un café y me quedé un ratito porque fuera estaba
nevando y hacía frío. Me fui, pero seguí pensando en ese sitio, en ese
pueblo, en esas personas. Volví una segunda vez y, sin preguntarme nada,
me pusieron lo mismo que había tomado la vez anterior. En esa ocasión,
ya me hablaron. En mi tercera visita, ya era un amigo, ya se fiaban de
mí. Su forma de ser, de hablar, el tono que empleaban, ese tono seco,
esa forma de ser tan escueta..., me pareció que había llegado al lugar
donde se había criado Alatriste. Llamé a Pérez-Reverte y le dije que
había sido en León donde había encontrado el lugar de nacimiento de
Alatriste. ‘¿Puede ser?', le pregunté. ‘Bien puede ser de ahí', me
respondió. Volví muchas veces durante la preparación de la película a
ese valle, a esa zona del norte de León, en las montañas, y cada vez que
volvía, más me daba cuenta de que mi elección había sido la correcta".
Después de dos filmes íntimos, Díaz Yanes se ha enfrentado a la gran
aventura de la superproducción, con 10.000 extras y grandes batallas.
"Antes de empezar a rodar dije que esta película iba ser mi gran
aventura, y así ha sido. Me acordé mucho mientras rodaba. El cine
siempre es una aventura, independientemente del presupuesto y de que te
salga bien o mal; pero en este caso ha sido una aventura muy agradable,
en la que me lo he pasado francamente bien, en el sentido de que me he
sentido director de cine, de que las cosas han salido como yo pensaba".
No ha notado Díaz Yanes una enorme diferencia entre sus dos películas
anteriores y ésta de Alatriste. "Por una razón", aclara, "que se dice
poco en el cine. En este tipo de películas es muy importante el
director, no lo dudo, pero es también fundamental el equipo. He tenido
la suerte de que la preparación que hizo mi ayudante de dirección
[Charlie Lázaro] fue extraordinaria porque está muy acostumbrado. Todos
los jefes de equipo, menos Paco Femenía, director de fotografía, y yo,
habían hecho este tipo de películas. Eso te quita todos los problemas.
Los reduce a que el actor logre conseguir la emoción que tú quieres, que
logres terminar los planos que hayas pensado. Cuando tienes un equipo
tan sólido como el de Alatriste no encuentras grandes dificultades".
En el equipo técnico se ha contado con grandes profesionales. Bob
Anderson, creador de todos los grandes filmes de espadas, desde los
protagonizados por Errol Flynn hasta Barry Lindon o El señor de los
anillos, fue el encargado de montar todas las escenas de combate. La
figurinista de la película ha sido la italiana Francesca Sartori, que,
al frente de un gran equipo, preparó la confección de unos 10.500
trajes. El maquillaje ha sido obra del español José Luis Pérez, el mismo
de El señor de los anillos. La dirección artística ha estado en manos
del español Benjamín Fernández, quien ha realizado no sólo grandes
decorados, sino un galeón español del siglo XVII de 45 metros de largo y
8,5 de ancho. También han contado con un asesor militar que se encargó
de encuadrar a toda la tropa, y con una segunda unidad de rodaje que
hizo el trabajo más duro y quizá el menos vistoso, pero no menos
importante. La grandiosidad de esta producción se ve también en el
número de localizaciones donde se ha rodado: en total, 97. En las calles
de Úbeda y Baeza se rodaron escenas callejeras del Madrid de la época;
la planicie del monasterio de Uclés ha servido de escenario para la gran
batalla de Rocroi; Sevilla, Cádiz y algunas playas gaditanas (Conil,
Tarifa...) fueron el decorado real de los galeones y el del desembarco.
El cine siempre mira al cine. Así lo cree Díaz Yanes, que nunca ha
negado que a la hora de enfrentarse a una nueva producción, sea cual
sea, ve muchas películas. Para Alatriste, el director realizó una
selección en tres aspectos: el técnico ("Femenía y yo nos vimos todas
las grandes batallas del cine más o menos modernas, desde Barry Lindon
hasta Braveheart o El último samurái"), el personal ("he visto muchas
veces El cazador, de Cimino, para empaparme de las emociones; mucho cine
de época bueno, como La edad de la inocencia, de Scorsese; hice ver a
todo el mundo El gatopardo, de Visconti, y como siempre volví a El
padrino") y el más concreto de la pobreza para retratar la miseria del
pueblo español ("regresé al neorrealismo italiano; volví a ver mucho
Rossellini, Giulano, mucho blanco y negro de pobres").
Aunque el peso de la película recae sobre una estrella internacional, no
es menos importante la presencia apabullante de algunos de los más
grandes actores del panorama español. "Estoy harto de que mucha gente de
fuera y de dentro del cine me cuente tonterías sobre los actores
españoles. Tenemos a 20 o 25 actores de primerísima línea mundial,
incluidos muchos que no están en mi película. Viggo, cuando llegó y los
vio actuar se quedó acojonado. Me parecía que esta película necesitaba a
lo más granado de la industria española. Me gusta que la gente vea que
Juan Echanove hace de Quevedo igual de bien que cualquier papel de
Charles Laugthon, que Javier Cámara es igual de bueno que Anthony
Hopkins". Viggo Mortensen los ha conocido ahora, pero ya no se le
olvidarán. "En mi vida he tenido que trabajar muchas veces sintiéndome
un poco aislado. El caso de Alatriste ha sido bien diferente. Fue muy
lindo el trabajo en grupo. Alquilé y vi películas en las que habían
trabajado el resto de los actores y me di cuenta de que estaba ante un
reparto increíble. Si hubiera querido trabajar con todos ellos tendría
que haber hecho por lo menos 10 películas. Un actor tiene que sentir
cierta confianza, sentirse cómodo, que te den la bienvenida. No sólo es
trabajar y cobrar. Nunca sentí que nadie dijera que el papel de
Alatriste lo tendría que haber hecho un español. Me dieron mucha
confianza y me ayudaron mucho".
Ese héroe tendrá ya para siempre el rostro de Viggo Mortensen.
Desafiante y tierno. Grandes ojos azules y mirada orgullosa. Como dice
el propio Mortensen, la heroicidad está en las cosas pequeñas. "Un héroe
no tiene por qué ser un líder político, o un deportista, o un famoso,
tampoco un soldado. Una persona heroica es alguien que se porta bien,
que trata bien a los demás cuando le van mal las cosas. Alatriste y sus
compañeros son gente de mucho aguante. Éste no sólo es un cuento de
aventuras, es un cuento complicado y difícil al que hay que prestar un
poco de atención. Todos los personajes son complicados. Ése es el cine
que a mí me interesa hacer y ver. El que espere sólo un cuento de
aventuras como Los tres mosqueteros se va a sorprender. Es mucho más que
una aventura, da mucho que pensar. Es una historia triste y difícil. Un
cuento que tiene honra, que provoca mucho sentimiento y conmueve. Estoy
muy orgulloso. Creo que los ciudadanos de todo lo que se llama España,
sean de donde sean y sin ninguna vergüenza, se pueden sentir orgullosos
de lo que es esto". Esto es Alatriste.
Una mirada propia
Por Juan Cruz
"El capitán Alatriste no soy yo. Lo que pasa es que Alatriste mira como
yo". Cuando publicó en Alfaguara la primera entrega de Las aventuras del
capitán Alatriste, hace ahora una década, Arturo Pérez-Reverte tenía
escritos en una cuartilla los títulos de los siguientes capítulos de la
saga; eran para él como una obligación, un reto que se había planteado, y
que iba a cumplir a rajatabla. El regalo literario que le debía a su
hija Carlota, a la gente de su tiempo. Luego llegó el fenómeno
editorial. "Se han vendido cuatro millones y medio de volúmenes, se han
hecho cómics, ¡ha habido una verdadera alatristemanía!, y ahora es cine.
¿Cómo iba a pensar que el personaje estaría tan vivo una década
después?". La película llega tras la publicación de El pintor de
batallas, su última novela, en la que la guerra es el lienzo en el que
se reflejan miradas vencidas de personajes cansados.
Le puso tanta pasión Pérez-Reverte a la escritura de su saga, que había
concebido como una lección sobre la España del siglo XVII, que la gente
le preguntaba si Alatriste era él. Se estrena la película que se basa en
sus novelas, y Pérez-Reverte respondió lo mismo a idéntica pregunta:
"Alatriste es Alatriste, pero la mirada es mía. Es el que yo inventé. Y
lo que ha hecho Agustín Díaz Yanes es recoger esa mirada, conmovida, a
veces incómoda, que tiene Alatriste sobre la tragedia de ser español".
No es, dice, "una mirada patriotera o nacional", sino una forma de poner
ante el retrato de los españoles una época fundamental de la historia
de España, "manipulada por unos y contaminada por otros; unos quisieron
borrarla, y otros, ya que no podían borrarla, o limpiarla, porque la
consideraban sucia, decidieron olvidarla". Se enfrentó a esa historia
tratando de darle a Alatriste el contenido de un héroe moderno, en el
que la gente se pudiera poner en perspectiva los problemas de hoy; en
España, cree, "aún nos acuchillamos de la manera cainita del siglo
XVII". "No es un personaje arcaico, un personaje antiguo; la gente ve el
mundo a través de él", decía el novelista, y era esa impronta de
modernidad la que quería en el cine. Cuando Díaz Yanes le propuso el
guión, el autor le dio el visto bueno. Fue muy poco al rodaje; ocho de
sus novelas han sido o serán materia de cine, y ya sabe que "es mejor
que el director vaya haciendo su trabajo, sin otras interferencias que
las que él quiera". Así que se limitó a dar el visto bueno al guión y al
casting, a cuyo frente está un Viggo Mortensen que le ha fascinado.
"¡Es Alatriste, el que pensé, el que escribí! ¡Casi el de los dibujos!".
"La película me ha gustado muchísimo, y a la gente le va a fascinar. Es
lo que un autor quiere cuando crea un personaje: que luego el cine lo
respete y lo recree. Agustín Díaz Yanes le ha hecho un servicio
importante a este país, ayudándole a entender y a ver una historia que a
menudo ha estado olvidada, contaminada y sucia. Podía haber hecho sólo
aventuras y estocadas. Y ha querido sobre todo respetar el lado oscuro
de aquella época, la soledad, la pobreza, el abandono en el que vivían
el español y el soldado. Ese clima lo ha convertido en elemento
principal de la película. Y Viggo es ese Alatriste que vive en una
soledad creciente, un héroe cansado frente a unos fanáticos y a unos
imbéciles. La cara de ese Alatriste, soldado leal, con la decencia
machacada por los poderosos, el buen vasallo que no tuvo buen señor, es
la que transmite Viggo. ¡Como si hubiera sido siempre Alatriste! Y la
verdad es que pienso que Alatriste ha hecho español a Viggo". En el
primer pase de la película "era conmovedor ver cómo los actores
respondían a la emoción que desprende su propio trabajo. Verles llorando
de emoción debe de ser, seguramente, una satisfacción para Agustín;
pero imagínate para mí, que fui quien creó esos caracteres a los que
ellos dan vida de modo tan extraordinario. E imagínate para Antonio
Cardenal, el productor, que fue quien verdaderamente se empeñó en que se
hiciera la película".