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Noticias y entrevistas

Noticias sobre Arturo Pérez-Reverte y su obra. Entrevistas.

Arturo Pérez-Reverte: "Tengo aún dos ‘alatristes’ en la reserva"

Manuel Llorente / El Mundo - 30/4/2021

Se cumplen 25 años del primer Alatriste, la serie que el académico inventó para reflejar el Siglo de Oro "ante el desmantelamiento de la Historia y la Literatura en los plantes de estudio". "Tengo aún dos 'alatristes' en la reserva", desvela en esta entrevista.

Página sobre Alatriste en El Mundo Página sobre Alatriste en El Mundo Página sobre Alatriste en El Mundo

El capitán El capitán Alatriste nació hace 25 años tras el enfado de Arturo Pérez-Reverte al ver que en un libro de texto de su hija Carlota sólo se dedicaba una página a comentar el Siglo de Oro. Puso remedio a su modo, con las únicas armas de la escritura. Las de la imaginación y las del conocimiento. Y se vengó con un éxito inesperado. Desde 1996, las aventuras del capitán Alatriste se han vendido sin interrupción a través de la editorial Alfaguara: más de cinco millones de ejemplares en España y América Latina, 1.100.000 en otras lenguas, en 44 países. En las librerías ahora se pueden encontrar un estuche con todos los libros en bolsillo y, a finales de mayo, en un solo tomo ampliado con un estudio del catedrático Alberto Montaner.


Hubo también película, la dirigida por Agustín Díaz Yanes, serie de televisión, versión en cómic, sello de Correos y, sobre todo, un eco en miles de colegios, en los que, de modo divertido, los alumnos aprendieron la historia y la literatura del Silgo de Oro. Y todo a través de las aventuras de un soldado diestro con la espada que luchó en los tercios de Flandes y que confraternizó, entre otros, con el poeta Francisco de Quevedo y con un joven pintor de apellido Velázquez.

De aquella aventura, aún sin acabar y de la Historia con mayúsculas tercia en conversación telefónica el académico Arturo Pérez- Reverte que, como su criatura, se expresa sin pelos en la lengua. ¡Pardiez! 

Pregunta. ¿Cómo surgió el capitán Alatriste?

Respuesta. En un viaje por avión, de España a México, iba pensando en que en un libro de texto de mi hija el Siglo de Oro se limitaba a sólo una página. Viajaba con mi editor de entonces, Juan Cruz, y le pregunté qué le parecería una novela con un capitán de los tercios como protagonista. Le gustó la idea y me puse, en el mismo vuelo, a anotar las primeras escenas y a esbozar algunos personajes. 

P. ¿Cómo participó su hija? 

R. El libro se escribió para ella. Tenía 11 o 12 años y como quería que se interesara por la Historia, le dije «vamos a escribir el libro juntos. Quiero que te ocupes de la documentación. Vete al Museo del Prado, lee libros de Historia, mira ropa, armas, situaciones, escenas... Y luego dime cómo ve esto un niño de 12 años, como verías tú a un capitán». Yo le iba contando las acciones y ella me iba diciendo. Me acuerdo que le pagué 25.000 pesetas. Está muy orgullosa de ello. Ella me dio esa mirada de respeto, de admiración de Íñigo Balboa [paje, al inicio, de Alatriste y narrador de la saga], el afán por asomarse a los lugares oscuros desde fuera y ver cuándo matan, cuándo se emborrachan, cuándo son los silencios...

P. ¿Va a resucitar al capitán? 

R. Mi intención es hacerlo. Tengo pendientes dos episodios antes de cerrar el ciclo. Lo que pasa es que la vida da muchas vueltas y nunca se sabe. Lo tengo ahí como último cartucho, como recurso. Por si un día no se me ocurre nada, los tengo ahí como una especie de reserva. Cuando encuentre la serenidad y el tiempo necesario mi intención es hacer los dos alatristes que me quedan, sí.

P. Tal como está el panorama político igual necesitamos un Alatriste.

R. No lo sé. La idea era esta: yo he visto seres humanos buenos ser malos y a seres humanos malos ser buenos, todo al mismo tiempo. Y he visto al mismo ser humano por la mañana hacer una cosa horrorosa y por la tarde una cosa magnífica. El ser humano nunca es compacto ni lo son las historias que hay en este tipo de héroes de corazón oscuro, ambiguo. El héroe tiene ángulos negros, es capaz de lo mejor y lo peor. Yo quería que estuviera eso, que fuera real. También quería que fuese la imagen de aquel que ha tenido fe en palabras como patria, Dios, bandera y la vida le ha quitado esas palabras. Qué queda, qué queda de la vida cuando te despoja de todo eso, qué hace el héroe para sobrevivir moralmente en unmundoenelqueyano queda eso. Es un conflicto muy interesante.

R. Hay una palabra a la que usted tiene ley, lealtad, que tenía su valor hace 400 años, cuando transcurren las aventuras de Alatriste, y que hoy...

R. Algunos la seguimos manteniendo como código de amistad, todavía creo en ella. Cuando palabras como honor, bandera o incluso amor ya no tienen sentido, cuando ya no se reconocen, hay una palabra con la que no te confundes, lealtad. O eres leal o no lo eres, no hay término medio. El ser humano puede engañar, pero no en eso. Por eso cuando todo se va al diablo, cuando quedan los hombres desnudos, lo que los salva, lo que los dignifica es la palabra lealtad. Yo puedo tolerar que alguien sea asesino, delincuente, que sea oscuro, violento. De hecho he visto a mucha gente así en mi vida, pero la lealtad hace soportable lo otro. En mi código personal, la única palabra que se escribe con mayúsculas todavía es lealtad. Por eso estoy tan a gusto con mis amigos, por eso procuro ser leal a mis amigos. Por eso la palabra más triste para mí es la palabra traición.

IGNORANCIA CONTUMAZ
En el prólogo del volumen que ya recogió hace cinco años los siete alatristes, Pérez-Reverte escribió: «Hacia 1995, cuando empecé la serie, estaba ya muy avanzada en los planes de estudio la consig- na del desmantelamiento cultural, incluida la ignorancia contumaz de la Historia y la Literatura españolas».

P. ¿Ha cambiado algo?

R. Ha ido a peor. La Historia fue tan contaminada por el franquismo que cuando llegó la democracia, en vez de limpiarla, lo que se hizo fue esconderla. En vez de separar el grano de la paja, la Historia pasó a estar mal vista. Tercios, América, Historia... Yo quise hacer una historia realista. Yo quería reconciliar al español con lo bueno y lo malo.

Sin ocultar lo malo, que es mucho, también mencionar lo bueno. No hay nadie que haya escrito cosas tan amargas por España como las que están escritas en los alatristes. Al mismo tiempo he procurado resaltar la parte luminosa. Hay idiotas que dicen que glorifico la España imperial, otros que dicen que Reverte destroza esa España. Yo soy realista, recojo la España como fue. La cuento mirándola cara a cara, sin esconder nada. Relato, narro a través de un soldado viejo, que ha luchado y está lleno de cicatrices, de marcas. Que sabe lo que es la vida y lo que es España. Alatriste es muy, muy amargo como lectura. Y también es analgésico. Quería las dos cosas. Quería que fuese verdad, ni la leyenda negra ni la blanca. Esa España infeliz, maltratada por los reyes, por curas y por ministros durante tantos siglos, donde los buenos vasallos rara vez tuvieron buen señor... Esa España quería contar.

P. Y que tuvo tan buena acogida, las cifras cantan.

R. Hombre, está en muchos colegios, lo leen, los profesores me mandan trabajos sobre ellos... Alatriste ha conseguido una cosa de la que me siento muy orgulloso: el personaje trasciende, a la gente que no ha leído Alatriste le suena y algunos creen que fue real. De hecho lo hice pensando en los chicos.

P. Los chicos también verán que la picaresca y la corrupción de entonces siguen igual.

R. Para escribir los alatristes leí muchos libros de la época. Sobre todo planea la sombra de Quevedo. Por una parte, la melancolía de Cervantes y, por otra, la amargura de Quevedo. Son los dos padrinos de Alatriste. Y ese Quevedo que yo leía para documentar Alatriste vale para ahora. Sus versos parece que están hablando de la España de hoy. España ha cambiado, evidentemente, pero todavía tenemos muchos viejos vicios, muchas viejas deformaciones. Quevedo seguiría hoy escribiendo como escribió con amargura, eso es lo triste. Y Cervantes seguiría siendo melancólicamente amargo como era, tan sarcásticamente amargo como era.

P. En esa época se iba mucho al teatro.

R. El teatro era la televisión de la época, la gente hablaba y se comportaba según lo que oía en misa y en el teatro. El teatro era la gran pasión de un público analfabeto. Era un teatro asombroso, magnífico, que aparece mucho en El caba- llero del jubón amarillo.

P. ¿Le gustó la versión cinematográfica de Agustín Díaz Yanes?

R. Es un noble intento de acercarse al libro. Lo que pasa es que no es perfecta, quizá porque Díaz Yanes quiso meter todos los alatristes dentro. Era demasiado libro para una sola película. Pero [el actor] Viggo [Mortensen] está magnífico y Echanove también. Fue una muy digna aproximación a la historia del personaje.

R. Diego Alatriste es un héroe cansado, no está en derrota, pero...

R. En mis novelas es un personaje recurrente.

El héroe tiene dos fases, una es cuando cree, sueña, tiene fe en la gloria, en la patria, en los dioses, en la bandera; el héroe inocente e ingenuo. Yo los he visto de verdad. Cuando el héroe sobrevive, la vida te quita esas cosas que considerabas importantes. Entonces el héroe se cansa. Es cuando es héroe incluso a su pesar. Se limita a ser fiel a sí mismo. No es leal a nada salvo a sí mismo, a sus amigos y a lo que ama.

El héroe ingenuo no me interesa. Héctor, Aquiles, Eneas... no me interesan. Me interesa Ulises cuando ya vuelve de Troya, cuando tiene la sangre en las uñas, cuando ha matado, ha degollado, ha violado, ha esclavizado, ha arrasado ciudades. Me interesa el héroe que tiene remordimientos, que tiene imágenes en la cabeza que no le dejan dormir, se despierta de noche y ve en la oscuridad los fantasmas de quienes mató. Alatriste es el prototipo perfecto de ese héroe cansado.

P. Como Falcó.

R. Pero Falcó tiene una diferencia, Falcó disfruta. Falcó es un aventurero nato. Le gustan las mujeres, las lecturas. Se mete en los líos porque le va la marcha. Alatriste está en los líos porque no le queda más remedio, porque la vida le ha llevado allí, es el resultado de una España determinada. Alatriste mata como los lobos viejos, sin hambre, porque tiene que matar, porque es su oficio. Falcó mata por diversión, porque es cruel, porque es divertido. Alatriste es un héroe serio. Falcó es una canalla luminoso.

P. Tanto en los libros de Alatriste como los de Falcó hay detalles de las espadas, de las pistolas que...

R. Las armas no me gustan mucho. Lo que tengo en casa son sables de caballería auténticos. Lo importante es conocer los detalles, cómo matan, cómo se defienden. Además, yo tiré esgrima cuando era joven y tengo buenos recuerdos de aquella época. 
P. ¿Está vacunado?

R. No, estoy en ese grupo... No soy ni demasiado joven ni demasiado viejo. Me va a pasar como a Ana Frank, que dos meses antes de que la liberaran...

P. Pero ¿es partidario de las vacunas?

R. Por supuesto, sin duda.

P. ¿Cómo le ha cambiado la vida en la pandemia?

R. No me ha cambiado mucho y para trabajar casi me ha venido mejor porque tengo más tiempo para escribir. Aunque sí me ha cambiado en dos cosas: he podido navegar menos y para mí el mar es muy importante. Y, sobre todo, yo no he estado nunca, desde que tengo 20 años, un mes o mes y medio sin viajar. No moverme por territorios desconocidos; no coger trenes, aviones se me ha hecho raro. Pero no me puedo quejar porque tengo una biblioteca de 32.000 libros y jardín. Sería un estúpido si me quejara.

P. ¿Y cómo ha cambiado a la sociedad? 

R.No lo sé, yo soy un tipo que escribe novelas, no estoy mirando mucho afuera. He estado metido en una novela que acabo de entregar hace una semana y aún estoy con las pruebas. Imagino que saldrá a final de este año. Y no puedo hablar de ella. No quiero opinar. Todo el mundo es experto en las pandemias.