"Qué bonita sería una colección de cuentos para niños donde pudieran
estar los autores más importantes en lengua española", pensó un día Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) mientras apuraba una copa de vino. Hizo una lista y
resultó que todos eran amigos suyos. Tocaba convencerles. "Para ello les
llamé uno por uno y escribí el primer libro de la colección, que sería
'El pequeño Hoplita', para enviárselo a todos los que iban a participar y
engancharles al proyecto". Así fue como se apuntaron Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Eduardo Mendoza, Juan Marsé, Almudena Grandes, Enrique Vila-Matas y Luis Mateo Díez.
'El pequeño Hoplita' es un canto al heroísmo ambientado en
la Batalla de las Termópilas, "una de las luchas más grandes de la
civilización occidental para preservar sus valores frente a la
barbarie", según su autor.
Con este libro ilustrado, que se podrá conseguir este domingo con el periódico por 6,95 euros,
arranca la colección 'Mi primer' donde algunos de los autores más
importantes en lengua española se pasan a la literatura infantil.
- PREGUNTA. ¿Por qué les va a interesar a los más pequeños este acontecimiento histórico?
RESPUESTA. Todo
depende de cómo lo enfoques: el truco aquí está en meter a un niño en
el centro de la batalla de las Termópilas. Son los lectores ideales
porque su imaginación es todavía virgen y se identifican con cualquier
modelo narrativo. Se van a sentir parte de esa lucha, van a conectar con
esa madre que le espera en las murallas, con los problemas que
atraviesan sus amigos, cualquiera entiende eso.
- P. ¿Cómo se le ocurrió?
R. Quería
una obra que no fuese políticamente correcta, que un niño pudiera verse
en ese momento histórico dramático donde hay muerte y se paga un
precio. Es un relato moral: a veces hay que luchar para defender unos
valores y esa lucha puede ser simbólica, no es necesario agarrar una
espada. Cualquier ciudadano debe sentirse responsable desde pequeño con
sus compañeros, su mundo, su memoria y su futuro.
- P. El debate sobre la censura en la literatura infantil sigue vigente.
R. Los
estúpidos quieren vender una imagen de un mundo color de rosa. Si le
dices a un niño que todo son dibujos animados y que los dragones son
bondadosos, después descubrirá una realidad mucho más cruel. Así el lobo
se encuentra el trabajo hecho, se lo estamos poniendo facilísimo para
degollar al rebaño.
P. ¿Cuál es la solución?
R. El mundo se
idiotiza y la cultura se idiotiza con el mundo, ¿pero por qué resignarse
a ello? Si a un niño se le escamotea que la vida también es lucha,
muerte, peligro, incertidumbre y soledad, no sabrá cómo defenderse
cuando sea adulto. Hay que mostrar eso de una manera adecuada, que no
sea traumática. Los cuentos tradicionales tienen dolor, sufrimiento,
miedo, tienen vida real para lo bueno y lo malo, con la luz y la
oscu-ridad. En mi libro pretendo eso: que los niños se familiaricen con
palabras que están desapareciendo de los cuentos infantiles.
- P. ¿Qué lecturas le marcaron cuando era pequeño?
- R. El
día de mi primera comunión sólo me regalaron libros, me encontré con
una biblioteca más que razonable para un niño de ocho años. Los grandes
mitos clásicos griegos y latinos fueron fundamentales en mi formación
pero quizá sea Los tres mosqueteros el que mejor simboliza un momento de
mi vida lectora. En la obra de Alejandro Dumas está todo: amistad,
lucha, muerte, peligro, amor, esa eminencia gris que mueve los hilos,
generosidad, lealtad, coraje... Las obras que lees a esa edad te
influyen para el resto de tu vida.
- P. ¿Aquellos libros fueron responsables del futuro Pérez-Reverte escritor?
- R. Nunca
he sido escritor, si acaso un escritor accidental. Desde siempre lo que
he sido es un lector y aún sigo leyendo mucho. Como consecuencia de
esas lecturas desde que era muy pequeño, y de que llevo una vida más o
menos agitada, escribo libros. Pero yo podría no escribir mañana y ser
igual de feliz. Debo la felicidad a mis lecturas.