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Anotaciones de Arturo Pérez-Reverte. Desde abril de 2012 a marzo de 2014 fueron publicadas en novelaenconstruccion.com
Arturo Pérez-Reverte - 08/12/2012
El tango de la Guardia Vieja
Ángel Basanta - El Cultural (El Mundo) - 07/12/2012
‘El tango de la Guardia Vieja' es una extraordinaria novela de amor y
aventuras, pasiones e intrigas, sentimientos, traiciones y reencuentros
que abarcan cuatro décadas del convulso siglo XX representadas en tres
tiempos y lugares fascinantes. El primero se sitúa en 1928, cuando el
prestigioso músico Armando de Troeye viaja con su mujer a Buenos Aires
por una apuesta en la que se comprometió con Ravel a superar su ‘Bolero'
en un tango memorable. En el transatlántico aparece un apuesto bailarín
profesional cuya perfección en el tango lo llevará a formar un singular
triángulo amoroso con el matrimonio. Desde su baile nocturno de un
tango sin otra música que la nacida en sus cabezas, en el salón desierto
del barco, la bella, inteligente y turbia Mecha Inzunza y el guapo,
elegante y canalla Max Costa quedarán encendidos en una pasión amorosa
que no se apagará ni en sus largas separaciones. El segundo encuentro se
produce en la Riviera francesa en 1937, espacio cosmopolita entre cuya
sociedad galante se han refugiado algunas familias adineradas españolas
durante la Guerra Civil. Allí, entre Niza, Montecarlo y Antibes, Max
queda envuelto en una intriga de espías italianos y españoles para robar
unas cartas del conde Ciano al banquero Ferriol (trasunto apenas
disimulado de Juan March), relacionadas con las primeras operaciones
militares de la sublevación franquista y comprometedoras para el yerno
de Mussolini. Y Mecha tendrá una presencia decisiva en su complicidad
con Max. La tercera reunión de los amantes tiene lugar en Sorrento, en
1966, donde se juega un famoso torneo de ajedrez, previo al campeonato
mundial, entre el ruso Sokolov, actual campeón, y el joven aspirante,
Jorge Keller, hijo de Mecha. Y por allí aparece Max, retirado de sus
imposturas en el mundo galante y dispuesto a asumir el reto de intentar
volver a ser el que había sido.
Lo contado aquí es un pálido reflejo de la trepidante sucesión de
aventuras, sorpresas y lances folletinescos, revelaciones y bien
dosificadas escenas melodramáticas agrupadas en tres momentos y
espacios, con la trágica historia del siglo XX como escenario teatral
donde transcurren los hechos y nacen, se intensifican y entran en
declive las pasiones. Todo está cuidado hasta el mínimo detalle en ambos
planos. El fuego de la pasión entre los jóvenes amantes en Buenos Aires
gravita en los dos momentos futuros. Es admirable la inmersión del
narrador omnisciente en sus conocimientos de los orígenes plebeyos del
tango auténtico, que ya solo perdura en boliches de arrabales porteños.
De allí saldrá el Tango de la Guardia Vieja, motivo recurrente que, con
otros como el collar de perlas de Mecha y el guante que ella pone en la
chaqueta de Max, da unidad a la composición de la novela en tres tiempos
y espacios separados por casi cuarenta años y miles de kilómetros.
Aquella pasión amorosa vivida en la juventud está evocada con
melancolía por los amantes, ya sesentones, en 1966 en Sorrento. La
narración alternante de ambos episodios intensifica el suspense, con
nuevas revelaciones durante las partidas de ajedrez y el contraste entre
la plenitud del amor pasado y la melancolía alimentada por el recuerdo
ahora. Ambos momentos reciben atención privilegiada en la primera mitad
de la novela. Y cuando ya la suspensión e intensidad de lo narrado en
los dos tiempos alcanza un desarrollo climático suficiente, mayor en lo
sucedido en 1928 y en plena intriga en lo de 1966, entra con atención
preferente la guerra de espías en la Riviera francesa en 1937, donde se
renueva la pasión amorosa entre los protagonistas.
De modo que, en la segunda mitad, predomina la narración alternante
de estos dos últimos episodios, con la melancólica rememoración de la
plenitud vivida en 1928 y la reiteración de espionaje y robos en 1937 y
1966, tal vez con alguna inverosímil facilidad en la resolución del
perpetrado en Sorrento. En esta nostalgia del tiempo que fue y ya no es
reaparece, una vez más, la figura revertiana del héroe cansado, tanto en
la belleza marchita de Mecha como en la decadencia de Max. Y al fondo
se dibuja el escenario cambiante de una Europa cuyo esplendor y
elegancia serán barridos por la II Guerra Mundial. En ambos planos el
autor ha desplegado sus mejores cualidades, tanto en la cuidadosa
caracterización y evolución física, psicológica y moral de sus
personajes, incluidos los secundarios, como en los diálogos, nerviosos y
ajustados a cada situación, y en las brillantes descripciones de
paisajes.
En suma, una novela de madurez, redonda, en la que se han reunido las
mejores cualidades del autor, con una historia narrada sin
desfallecimientos, siempre en tensión, con una prosa de suma eficacia
narrativa en su riqueza y elegancia. Nadie como su autor domina el arte
de contar para todos, seguido y bien, con las estrategias narrativas de
siempre.