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Críticas sobre los libros de Arturo Pérez-Reverte y su trayectoria literaria.
JAVIER GOÑI | ELPAÍS.com - 08/3/2010
Aunque escriba, como todos, en ordenador, la imagen que da Arturo Pérez-Reverte cuando, como en este caso, le reúnen -el crítico José Luis Martín Nogales- un tan numeroso puñado de artículos, es de escribir en una vieja máquina, sólida como un barco de guerra antiguo, en rollo de papel continuo, de aquellos de teletipo que conoció el joven Reverte en las redacciones de antaño. APR colabora desde hace muchos años en El Semanal, el dominical colorín de un buen número de periódicos de todas las Españas. "Escribo con tanta libertad que me sorprendo que me dejen", confiesa, y con esa misma libertad le leemos, sin tener por qué estar de acuerdo en todo, pues si con nada ni con nadie se puede estar siempre de acuerdo en todo, ya me dirán con este espadachín de contundente acero toledano que da mandobles aquí y allá, desventra pellejos de falsas crianzas y mantea todo lo manteable con la sola fuerza de sus encolerizadas manos y recurriendo de paño a esta vieja piel de toro, llena de costurones y manchas de sangre reseca, y casi todo, en el teatrillo nacional, es objeto de zarandeo. Haberle leído antes, el que lector suyo semanal se confiese, te permite hacer una pausa, respirar, compartir opinión o disentir de ella; otra cosa es -y he descubierto que resulta placentero- leerlos de corrido, con rollo de papel continuo, página a página, denuesto a denuesto, los dos centenares. ¿Denuesto a denuesto? Maticemos. A mí me parece espléndido, por ejemplo, el artículo -casi un relato- del atracador de un euro en Cádiz; me parece que cuando escribe -sin ser crítico literario, advierte, y atraviesa con su acero a Umbral, pero también a "un tal García-Posada": quién sabe qué factura se cobró ese domingo- sobre Scott Fitzgerald le brillan -especialmente- los ojos. Y, desde luego, cuando sale a la mar: en estos casos, sus y a ellos, pardiez: expresión esta última inusual en el periodismo del siglo XXI, que la tengo anotada en la página 178. Le brillan los ojos, sí, si habla de barcos -fantasmas o no-, de almirantes, de héroes de Trafalgar. Este lector no tiene pariente próximo ni en la clase política (¡no!), ni en el funcionariado (creo), ni (desde luego) en las taifas autonómicas, pero con estos colectivos no deja títere con cabeza, ni con los cantamañanas, ni con los tiñalpas, ni con todo lo que es "socialmente correcto". Contra todo esto, a degüello. Con un par, y en un excelente español, de mucho unte y sustancia. APR.