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Columna que Arturo Pérez-Reverte publica en XL Semanal.
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 23/12/2007
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados
de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro.
Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos
nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí
matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros
varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es
deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis
tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos
veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este
autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De
vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el
latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis
inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo,
ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois
culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa,
nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados
se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y
los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias
evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y
vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la
culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores
datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo
para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es
cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-,
pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de
posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando
literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza
pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo
electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete
sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos
devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que
ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones
oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por
ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo,
donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de
cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de
Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos
están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de
maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania
grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes,
Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la
preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los
próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por
tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la
ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de
autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y
falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus
alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora
la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación,
confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos.
Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset,
Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio
Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé,
Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque,
Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y
algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente
me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.