Alatriste es del Aleti

Mientras los pálidos ayudantes del Madrid buscan escudos rojiblancos en el suelo de las piscinas de los familiares de Daudén para ponerle la foto ante los ojos del mundo el día del partido y lastrar su arbitraje, yo leo y releo la maravilla de Sebastián Alvaro en la penúltima de AS, jueves 22. Escribe sobre Chirac, nunca llegó a más Chirac. De Francisco Pizarro, la Historia y la Verdad. Escribe como Alatriste desenvainaba. Con el mismo arrojo que Agustín Díaz Yanes le ha dicho al cine grande que en España hay cine grande. Claro, Tano es del Aleti al modo valiente de los colchoneros cabales y perdonad la redundancia, pero repitiendo sinónimos, atlético, valiente y cabal, se entiende mejor. Como el Capitán de los Tercios, valiente y cabal.

Alatriste no chaquetea, hoy de un príncipe, mañana del contrario. No es de Florentino, mañana de Calderón. Alatriste no se esconde en el cómodo fondo de un banquillo cuando se le reclama en la batalla; Alatriste exige el lugar de máximo riesgo, a once metros del fracaso, cuando todas las voces le recuerdan estocadas fallidas. Alatriste cae y se levanta; herido pero alzado sigue combatiendo. Alatriste no pone en la faltriquera del alguacil una bolsa rebosante de doblones de oro para que se lleven a galeras al jugador de rayas cuando el que arremete a traición es el blanco. Alatriste no muere decadente en la larga agonía que los propios le dan, desangrándose por dentro; muere de un golpe que le lleva a los infiernos y allí abajo, socarrado en el Averno, no vive una eternidad: vive dos. Pero antes de caer le ha dicho al enemigo que le ofrece rendición: somos un Tercio español. Alatriste resucita, camina como espectro buscándose a si mismo durante una década; Alatriste no es un muerto en vida, es un vivo en la muerte y por lo mismo, cumplido el decenio, el futuro es suyo. Alatriste no es viejo, Alatriste no es un cuerpo seco ni un alma lánguida, Alatriste no es el dueño del suelo, es el dueño del viento. Mira hacia delante. El futuro es suyo. Alatriste es del Aleti.