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Anotaciones de Arturo Pérez-Reverte. Desde abril de 2012 a marzo de 2014 fueron publicadas en novelaenconstruccion.com
Arturo Pérez-Reverte - 03/12/2013
Santos SANZ VILLANUEVA | El Cultural 29/11/2013 |
Se dice coloquialmente que un autor siempre escribe el mismo libro.
Con mayor rebuscamiento, los medios académicos hablan de visión del
mundo unitaria. Se diga como se diga, se reconoce el sólido fondo de
inquietudes que mueve a un escritor y el puñado de principios que
sustenta una obra. A partir de ahí, podrá ésta tomar rumbos muy
diferentes y aun parecer sus piezas de padres distintos, pero siempre
responderá a ese rasgo de los buenos autores. A un lector epidérmico
puede causarle Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) la engañosa
impresión de novelista disperso a causa de la variedad de formas y de
anécdotas de sus libros. Sin embargo, el cartagenero viene reescribiendo, desde El húsar, el magistral relato corto que le dio a conocer, el mismo texto, lo encarne donde lo encarne,
incluido el popular Alatriste: esa escritura homogénea consiste siempre
en la exposición de un conflicto de valores. Solo un año después de uno
de sus mejores libros, El tango de la Guardia Vieja, publica El francotirador paciente.
Salvo por el gusto de hacerles recorrer a los personajes una dispersa
geografía, en nada se parecen las pretensiones, en aquél, de un galán
humillado por gente poderosa y la marginalidad antisistema de los
grafiteros recreada en éste. Pero ambos dan una nueva vuelta de tuerca
al mismo problema básico: el peso de una conciencia recta en el
comportamiento humano.
El "francotirador paciente" del título es un misterioso grafitero,
Sniper, al que siguen con fe ciega legión de jóvenes a quienes impulsa a
correr máximos riesgos en sus pintadas de intencionalidad subversiva.
Una experta en arte urbano, Lex, recibe el encargo de localizarlo y
negociar su consagración como artista. Esta línea se empareja con el
análisis de las pasiones que justifican una existencia. Las
vicisitudes del argumento, bastante accidentado en sus detalles menudos,
constituyen el armazón de un thriller que evoluciona a un western. Al final, Lex y Sniper saldan cuentas en un encuentro a muerte.
Esta trama sostiene un asunto esencial relativo a una incompatibilidad
ética, y en eso se detiene el autor con un rico aparato psicológico y
especulativo. Aunque ello sea el sostén último de la novela, ésta es en
primera instancia un texto narrativo que interesa por cuanto en él
sucede, por la intriga con que se desarrolla la persecución casi
policial del grafitero, por los perfiles humanos atractivos que rodean a
los protagonistas y por las noticias interesantes y curiosas sobre las
entretelas del negocio del arte. Esta materia anecdótica se ensambla en
un relato de suspense tramado con la destreza, oficio e instinto
novelescos habituales en Pérez-Reverte. La acción va acompañada,
según lo habitual en el autor, de la discusión de ideas, ahora una
vivaz polémica sobre el arte moderno y sus imposturas, y sobre la
función social del artista. Además, el desenlace encierra una
razón insospechada que, aparte de ser una estrategia narrativa
brillante, proporciona a las aventuras el espesor moral que justifica la
mismísima novela. En efecto, Pérez-Reverte cuenta esta historia en
virtud del motivo inconfeso que mueve a Lex -que no debo desvelar- y no
por ofrecernos un entretenido y gustoso pasatiempo, que tampoco es una
cualidad menospreciable. Estamos de nuevo en el asunto central del
autor: la jerarquía de los valores.
En buena medida, El francotirador paciente es una metáfora animada de la condición humana. Por
una parte muestra la negativa vertiente que junta impostura,
deshonestidad, egoísmo, violencia insensible..., en suma, maldad. Por
otra, tenemos la honestidad que nos permite mirarnos la cara en el
espejo (el espejo es un dato verista y un símbolo frecuente en el
libro). Ambos mundos enfrentados se encarnan en personajes auténticos
por su complejidad anímica, aunque mantengan un grado de tipos
representativos. Dichas pulsiones se incorporan a una peripecia
absorbente y se encajan dentro de un marco general abundante en ideas.
El aliciente de hondos dilemas morales servidos en la copa de un relato
de acción genera una excelente historia, amena a la vez que seria, dura y
cargada de sentimientos.