Uso de cookies. Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia. Si continúas navegando, aceptas su uso. Nota legal sobre cookies.

Cerrar


Prensa > El Bar de Lola

El Bar de Lola

Anotaciones de Arturo Pérez-Reverte. Desde abril de 2012 a marzo de 2014 fueron publicadas en novelaenconstruccion.com

Personajes crudos y personajes hervidos

Arturo Pérez-Reverte - 09/5/2012

Hay un personaje de la tercera parte (capítulos décimo y undécimo) que debo revisar a fondo. Marco notas para volver a él con detalle en la próxima revisión. Ojo con este fulano. Lo tomé directamentre de la realidad, pero no me satisface del todo. Quizá funcione para el lector en el marco general de la novela, pero no funciona bien para mí. Cada vez que llego a un pasaje determinado veo al personaje en el que me inspiré, al de carne y hueso, no al literario que quiero mostrar.  Está crudo, por decirlo de alguna manera. Y lo que nunca hago, o procuro evitar, es meter en una novela a un personaje entero, sin cocer, crudo. Porque eso es muy peligroso y no funciona bien. Ningún personaje de la vida real puesto en una novela funciona si no lo has hervido antes. Ese hervor significa trabajar con ellos y hacerlos literatura. Que el lector, ingenuamente convencido, piense: "Es real como la vida misma". Es como el lenguaje: el de la calle, usual, casi nunca funciona por escrito. Nada real como la vida misma funciona bien en una novela. Haber sido primero reportero y luego novelista tiene muchos riesgos (contaminaciones varias), pero también ventajas. Te sitúa, con algo de suerte, en buena posición para mirar a ambos lados de la colina. En algún momento de esa vida anterior creí comprender que cuando en un reportaje hay literatura es un mal reportaje; y que cuando en una novela hay periodismo, es una mala novela. Uno debe utilizar los conocimientos adquiridos, pero no mezclar las técnicas. Y eso es lo que intento hacer: no introducir material crudo en una historia. Ni siquiera en Territorio Comanche lo hice, pese a las apariencias. Las novelas verité nunca me han convencido. No son novelas. Son otra cosa. Absolutamente digna, por supuesto. Pero no son novelas. Al menos, no las que yo intento escribir.