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El Bar de Lola

Anotaciones de Arturo Pérez-Reverte. Desde abril de 2012 a marzo de 2014 fueron publicadas en novelaenconstruccion.com

Huellas dactilares

Arturo Pérez-Reverte - 09/5/2012

Me detengo en otro detalle. Es interminable la cantidad de cosas uno desconoce. Y ésta me urge. Tengo a un personaje en el año 1937 haciendo algo ilegal. Muy ilegal. Pero ignoro si conviene que, al terminar lo que tiene entre manos, pase un pañuelo para borrar sus huellas dactilares. Me pregunto si en esa época ya era usual ser identificado por éstas. Podría resultar una preocupación innecesaria. Anacrónica. Así que de nuevo me toca pedir ayuda. Esta vez recurro a alguien del lado bueno (por llamarlo de algún modo) de la ley. Se trata de un viejísimo amigo: Juan Antonio Calabria, comisario jefe de una brigada provincial de policía judicial. "Tengo un problema -digo-. Huellas dactilares sí, o huellas dactilares no". Averiguo así que la primera identificación por esa clase de pistas se hizo en Argentina nada menos que en 1892 (la huella del pulgar ensangrentado de una tal Francisca Rojas, que mató a sus dos ahijados porque se interponían entre ella y su amante); que en 1911 empezó a funcionar en Madrid un servicio policial de identificación que incluía la dactiloscopia, y que en 1921 la Dirección General de Seguridad creó el gabinete central de identificación. "O sea -me advierte Calabria-, que más le vale a ese personaje tuyo borrar bien las huellas, sin dejar ni una, o te garantizo que va a tener problemas". Así que ahora tengo a mi personaje limpiando huellas como un loco. Paranoico total. Ni a apoyarse en la pared se atreve.