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Críticas

Críticas sobre los libros de Arturo Pérez-Reverte y su trayectoria literaria.

Un canto a la propia literatura

SANTOS SANZ VILLANUEVA | El Cultural - 19/6/2002

La Reina del Sur es el sobrenombre que recibe Teresa, la heroína de la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, una joven mexicana que, tras huir de su país a raíz del asesinato de su compañero, transportista de droga, levanta con arrojo y cálculo un imperio basado en el narcotráfico sobre la costa andaluza. Ese apodo se utiliza como título del libro con toda intención, pues así el autor desvela, de entrada, su voluntad de volcarse en un retrato femenino.

Una línea principal de relato de acción muy fuerte sirve de soporte para configurar a la protagonista mediante una sabia mezcla de causas familiares y sociales, de rasgos de temperamento y de criterios morales. Las mil peripecias que forman el rosario de la novela se nutren de una fecunda inventiva, aunque se apoye en una documentación que supongo amplia y veraz, y responden a una disposición formal impecable. De resultas de ello, el argumento tiene la virtud de enganchar desde su primera frase, una especie de anzuelo en el cual es difícil que no pique ni siquiera el lector más suspicaz. La atención no decrece hasta la última página, que concluye con el aparente golpe de efecto de dejar la historia abierta.

La acción empieza en un presente desde el cual se da un salto a un pasado distante doce años. A lo largo de medio millar largo de páginas se consuma el rescate de ese tiempo durante el que discurren abundantes peripecias marcadas por la violencia y diversos comportamientos al margen de la ley. Todos esos sucesos, tienen un único norte, porque se trata de una fábula casi bizantina pero sometida con un rigor absoluto a una idea central, explicar la vida de Teresa, cómo fue a la vez consecuencia y agente de un destino y de dónde viene su entrega a la ejecución de una venganza. De modo que una figura emparentable con la saga de aventureros de papel de todos los tiempos adquiere una nueva dimensión: Teresa tiene algo de la grandeza del héroe trágico clásico en conflicto con el destino y encarna el duro aprendizaje de la vida.

Esta fusión de un arquetipo y de un ser con plenitud individual es algo ya característico de Pérez-Reverte y uno de sus grandes aciertos. Teresa pertenece a una clase de personajes predilecta del escritor murciano: héroes cansados, los llamó una vez. En esta ocasión ahonda más que nunca en la recreación psicológica y traza un perfil femenino rico y complejo. A su lado hay otro también de gran densidad, un mafioso ruso. Y luego un amplio coro de seres con distinto grado de elaboración, de cuyo conjunto sale un retablo amplio de la condición humana: lealtades, sueños, ambiciones...

Gracias a esta pluralidad de actitudes la novela se abre a dos perspectivas complementarias. Por una parte, un núcleo básico: el mundillo sin piedad de la droga y otras formas de delincuencia organizada. Con él se relaciona una vertiente testimonial muy inquietante: la corrupción anexa al poder, del tipo que sea. Por otra parte, se ponen a la vista profundos conflictos de índole moral. El autor enriquece la perspectiva de buenos y malos, porque los presenta a todos desde un distanciamiento frío. Que el lector saque sus consecuencias, parece decir. Y el lector se ve agarrado en esta novela ácida y tierna por dilemas éticos delicados. Que proceden de un conflicto básico: en qué medida el respeto a ciertas normas salvan el fondo perverso de canallas sin piedad.

Personajes notables, atractivos y un suave y firme fondo de suspense se aúnan mediante un prodigio de construcción novelesca. Pérez-Reverte domina todos los trucos y los pone en juego con el riesgo y la solvencia de los grandes narradores. Da a su relato el aire de una crónica mediante el pretexto de una investigación en marcha que lleva a cabo un periodista. A esta voz principal, une la de numerosos testigos. Este relato en primera persona se desliza a la conciencia de los personajes y da paso al narrador omnisciente. La acción va y viene en el tiempo con perfectas suturas. Los protagonistas imaginarios conviven con unos pocos de existencia real. El castellano peninsular y el mexicano se funden sin la menor disonancia.

Trampas sutiles, recursos de muy buena ley y mucho trabajo inteligente hay en esta novela, entretenida como pocas, hermosa por su construcción e inquietante por la grave problemática que late debajo de la aventura criminal. A esta radiografía del delito añade además el autor un canto a la propia literatura.